Dicen que hay amores predestinados.
Que pase lo que pase, sus almas se encontrarán para poder vivir juntos una vida de amor incondicional. Y Pepe y Catalina son la demostración viva de que eso es verdad.
Desde que se conocieron, cuando apenas eran unos adolescentes, no se han separado. Han superado mil aventuras; han reído, han llorado, han sufrido y han compartido inmensas alegrías y algunas penas.
Pero siempre juntos.
Cuando les preguntábamos cual era el secreto de su estabilidad como pareja, siempre se referían a la misma palabra: respeto.
Aunque ahora, y visto con la experiencia de haberlo presenciado co mis propios ojos, yo añadiría: complicidad, confianza y sobre todo ternura.
Todavía recuerdo como se miraban en sus bodas de plata. No hablaban, pero entre ellos, se lo decían todo.